Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.
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Mariposas vomitadas
Hoy hacía tiempo que no lloraba en el colchón
de rabia,
impotencia,
desesperación,
vacío...
Y en un arrebato de fuerza
y dolor,
me he dicho a mí misma,
otra vez,
que no espere nada
de nada.
Que la sociedad tiene doble cara.
Que por delante te alaba,
y por detrás te da la apuñalada.
Y mientras seguía en mi colchón
llorando de frustración
miedo y
coraje.
Me dije a mí misma,
otra vez,
que haga lo que haga,
en todo momento y
por toda la vida,
la única que va a estar conmigo,
voy a ser yo misma.