Gotas de lluvia que inundan la ciudad. Oxígeno que me llega a través del humo del cigarro. Manos calientes, aroma a café, labios secos. Aquella melodía que no para de sonar y siento muy lejos. Mi mirada en tus ojos dormidos. Viento que golpea el cristal, y mi perro no deja de ladrar. Velas encendidas y ese olor a vainilla. Tacto suave, páginas viejas que se rompen como susurros, esos que hielan la piel. Silencios agradables, repetitivos, confusos, afligidos. Mar de estrellas, a veces fugaces, como los amores eternos. Versos inacabados en dedos inexpresivos. Las mejillas rosadas mi color favorito, como el verde, a mi lado. Y supongo que todo esto es lo que me hace ser.

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Volver a darle vida y sentido a todo esto.


He llegado a un punto, en el que ya no entiendo nada. Me faltan hechos, me sobran palabras, me falta actitud, me sobra espacio. Es todo tan complicado ahora... Todo parecía que estaba hecho para nosotros hace unos meses. Ahora parece haber desaparecido. No sé si por tu parte, por la mía o por la de los dos. Lo que sé es que me encuentro encerrada en una habitación llena de sueños en donde estas tu, que no se van y que tampoco quieren irse. Es tanto tiempo pensando en ti que no quiero sacarte de mi vida aunque tu pareces haber hecho lo contrario. Solo quiero que sepas, que sigo aquí aunque parezca que no, que me acuerdo de todo aunque parezca que me he olvidado y que sigo esperando aunque parezca que me he cansado.
Y lo último que quiero que sepas, es que te quiero, aunque nunca te lo haya dicho.